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Aquella ciudad alguna vez referenciada como sucia y desordenada, amenazada constantemente por los arroyos a los que se le asociaba en los noticieros cada tanto, ha dejado atrás esa imagen. Hoy, Barranquilla es un referente nacional e incluso mundial por su desarrollo urbano, espacio público, vías, vivienda y áreas dotacionales al servicio de la comunidad. Pero la pregunta es: ¿cómo lo lograron?
Para entenderlo, revisé su evolución en los últimos 15 años y encontré lo siguiente:
En el año 2010, Barranquilla enfrentaba un déficit significativo en vivienda, espacio público, malla vial, saneamiento fiscal y educación. El plan para transformar Barranquilla comenzó con un Plan de Desarrollo en el que se establecieron metas claras y ambiciosas. Posteriormente, los gobiernos que siguieron mantuvieron una línea estratégica coherente y unificada que consolidó los proyectos de infraestructura y servicios mes a mes, año tras año, incluso endeudando al municipio. Recientemente el Concejo de Barranquilla aprobó un endeudamiento de 3 billones de pesos, cosa que en otras latitudes sería pavoroso, sobre todo sin un proyecto de ciudad al 2100 como si lo tiene Barranquilla.
Los cambios de gobierno no alteraron la agenda. El propósito superior del bienestar de los ciudadanos fue lo que convocó a los gobernantes de los periodos subsiguientes a mantener las metas, programas y proyectos, sin importar quién estuviera en el poder. Sorprende ver cómo el actual alcalde Alejandro Char está entregando obras públicas que él mismo ideó en su primer gobierno y que solo después de varios años se pudieron materializar.
En contraste, otras ciudades de Colombia nos muestran que los egos políticos siguen estando por encima del bien común. Si un proyecto pertenece al alcalde o gobernador anterior, se critica, se anula, se interrumpe o se reemplaza, empezando de cero con la excusa de que todo lo anterior se hizo mal, logrando únicamente que no pase nada.
Barranquilla entendió que por encima de los egos políticos está el ciudadano, que por encima de la favorabilidad, está la continuidad de los proyectos, y que por encima de la vanidad, está la oportunidad. La oportunidad de terminar lo que alguien empezó y capitalizó políticamente, por que si el nuevo gobernante debe dejar su ego atrás, el saliente también debe dejar que las ciudades brillen por sus obras.
¿Cómo logró Barranquilla consolidarse como una potencia nacional de competitividad? Sencillo: a través de un gran acuerdo; un acuerdo en el que lo principal es su gente. Independientemente de la afinidad política, se rescató a la persona, sus capacidades y sus necesidades.
Barranquilla: lo has hecho bien. Se vienen buenas cosas para la Arenosa, que, más que arena, tiene gente con prospectiva y berraquera.
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