¡Ah, Pegasus! Ese querido software de espionaje que nos recuerda que en Colombia siempre hay algo que ver y escuchar más allá de las telenovelas de Amparo Grisales, y no hablo de las muñecas de la mafia.
En el corazón de nuestra amada Colombia, azotada por los vientos de una violencia estructural que parece no tener fin, se alza una esperanza verde: la COP-16.
En el gran teatro del absurdo que es la política internacional, nuestro querido presidente ha decidido tocar la campana más desafinada del repertorio, comparando Gaza con Auschwitz.
En este año del Señor de 2024, cuando celebramos el centenario de "La vorágine", esa joya literaria que José Eustasio Rivera nos legó, no puedo evitar pensar que Colombia sigue siendo la misma vorágine que se tragó a Arturo Cova y Alicia en las profundidades de la selva amazónica.
En una era donde la tecnología permea cada aspecto de nuestras vidas, la digitalización de los procesos democráticos parece ser el siguiente paso lógico. Sin embargo, la implementación del voto electrónico y la digitalización de la función pública plantean interrogantes profundos sobre la integridad de nuestros sistemas democráticos.